Mientras el día se tornaba gris y difuso, apareció ella... y nos volvimos a perder en la oscuridad del callejón. Levemente caía la lluvia, y poco a poco humedecía nuestro cabello. Perdiendome en su adictiva fragancia, no tuve opción que empinar mis pies y besar sus labios...
Los 10 segundos perfectos del día...
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